lunes, 6 de agosto de 2012



 
   
Charles Darwin y El origen de las especies

El científico evolucionista más importante del siglo XIX fue Charles Darwin (1809-1882). Estudiante de las universidades de Edimburgo y Cambridge en Inglaterra, terminó sus estudios de teología a la edad de 22 años. Preparado para ser ministro protestante de la Iglesia, sin embargo, el mayor interés de Darwin estaba en el mundo natural.
En 1831 se integró, como naturalista, a la tripulación del barco de la marina inglesa "HMS Beagle", que realizaría una expedición de mapeo alrededor del mundo durante 5 años. Este viaje fue esencial en el pensamiento de Charles Darwin. En las islas Galápagos, en el Océano Pacífico frente a Sudamérica, quedó muy impresionado por las especies de animales que vió y, sobre todo, por las sutiles diferencias entre los pájaros de las islas del archipiélago. A partir de estas observaciones, Darwin se dio cuenta que estas diferencias podían estar conectadas con el hecho de que cada especie vivía en un medio natural distinto, con distinta alimentación. En ese momento comenzó Darwin a delinear sus ideas acerca de la evolución.
Darwin entendió que toda población consiste de individuos ligeramente distintos unos de otros. Las variaciones que existen entre los individuos hace que cada uno tenga distintas capacidades para adaptarse al medio natural, reproducirse exitosamente y transmitir sus rasgos a su descendencia. Al paso de las generaciones, los rasgos de los individuos que mejor se adaptaron a las condiciones naturales se vuelven más comunes y la población evoluciona. Darwin llamó a este proceso "descendencia con modificación". Del mismo modo, la naturaleza selecciona las especies mejor adaptadas para sobrevivir y reproducirse. Este proceso se conoce como "selección natural".
El pensamiento de Darwin también estuvo muy influenciado por las ideas de Thomas Malthus, que escribió que la población humana tendía a crecer exponencialmente y con ello a acabarse los recursos alimenticios disponibles. Esto provoca crisis que lleva a los individuos a competir entre ellos por la supervivencia. Darwin creía que las variaciones en los rasgos hereditarios de los individuos los hacía más o menos capaces de enfrentarse a la competencia por los recursos.
Más de 20 años después de que comenzó a elaborar sus ideas acerca de la evolución, Darwin publicó su teoría en el libro El origen de las especies (1859). Su publicación provocó grandes controversias y se opusieron a él los pensadores religiosos porque echaba por tierra la teoría creacionista y movía al ser humano del centro de la Creación. Este libro convenció a los científicos y al público educado de que los seres vivos cambian con el tiempo.
El origen de las especies (1859)
La teoría de la evolución que postuló Darwin tuvo un enorme impacto en el pensamiento europeo de la segunda mitad del siglo XIX. Los principales argumentos de El origen de las especies, que se publicó en 1859 son:
1. Los tipos biológicos o especies no tienen una existencia fija ni estática sino que se encuentran en cambio constante.
2. La vida se manifiesta como una lucha constante por la existencia y la supervivencia.
3. La lucha por la superviviencia provoca que los organismos que menos se adaptan a un medio natural específico desaparezcan y permite que los mejores adaptados se reproduzcan, a este proceso se le llama "selección natural".
4. La selección natural, el desarrollo y la evolución requieren de un enorme período de tiempo, tan largo que en una vida humana no se pueden apreciar estos fenómenos.
5. Las variaciones genéticas que producen el incremento de probabilidades de supervivencia son azarosas y no son provocadas ni por Dios (como pensaban los religiosos) ni por la tendencia de los organismos a buscar la perfección (como proponia Lamarck).
Además de este libro, Darwin escribió dos más: Variaciones en plantas y animales domesticados (1868) yLa descendencia del hombre y la selección en relación al sexo (1871).
La obra de Charles Darwin sentó las bases de la biología evolutiva moderna. Y aunque actualmente se sabe que las especies han evolucionado a lo largo del tiempo, aún no está muy claro cómo ha sucedido esto.

Fuentes:
Dennis O'Neil, Early Theories of evolution en http://anthro.palomar.edu/evolve/default.htm
George P. Landow, "Darwin's On the Origin of Species (1859)" enhttp://www.victorianweb.org/science/darwin/darwin5.html
 


EL DUALISMO MENTE- CUERPO
El presente ensayo explica, en un principio, cómo surge la cuestión mente-cuerpo. Y las dos posiciones para explicarlos: el dualismo y monismo. A través de las líneas se observará, la manera en que los monistas, posición adoptada en la ciencia moderna, descartan el concepto de mente. Lo curioso es que es a partir de un dualista, quien sienta las bases hacia una explicación monista dela cuestión mente-cuerpo.
“René, un joven inteligente y solitario de 18 años, se recluyó en Saint-Germain, una villa al occidente de París. Hace poco sufrió un colapso nervioso y eligió el retiro para recuperarse, antes de llegar a Saint-Germain, había escuchado hablar de los fabulosos jardines reales construidos para Enrique IV y María de Médicis, y un día soleado decidió visitarlos,. El guardia lo detuvo en la puerta, pero cuando se identificó como estudiante de la King’s School en La Flèche, se le permitió entrar. Los jardines consistían en una serie de seis grandes terrazas que dominaban el Sena, plantados en la forma simétrica y ordenada que tanto gusta a los franceses. Se cavaron grutas en la colina al final de cada terraza; René entró una en una de ellas. Escuchó una agradable música, acompañada por el gorgoteo del agua, pero al principio era incapaz de ver en la oscuridad. A medida que sus ojos se acostumbraron a la penumbra, pudo distinguir una figura iluminada con una antorcha. Se acercó a dicha figura, que pronto reconoció como una joven mujer. Al acercarse más, vio que en realidad se trataba de una estatua de bronce de Diana bañándose en un estanque. De pronto, la diosa griega huyó y se escondió detrás de un rosal de bronce. Mientra René la perseguía, una imponente estatua de Neptuno se alzó frente a él, impidiéndole el paso con su tridente.
René estaba fascinado. Había escuchado sobre los mecanismos hidráulicos para losórganos y las estatuas móviles, pero no esperaba tal realismo. Mientras regresaba a la entrada de la gruta, vio las placas enterradas en el suelo que controlaban lamaquinaria. Pasó el resto de la tarde vagando por las grutas, escuchando la música y entreteniéndose con las estatuas.
Durante su estancia en Saint-Germain, René visitó los jardines reales una y otra vez. Pensó en la relación entre los movimientos de los objetos animados e inanimados, que durante algún tiempo preocupó a los filósofos. Creyó encontrar en aquellos aparentemente lleno de propósitos, pero obviamente inanimados, movimientos de las estatuas, una respuesta para algunas cuestiones importantes sobre la relación entre la mente y el cuerpo. Aún después de abandonar Saint-Germain, llevó las grutas en su memoria y llegó al extremo de dar a sus hijas el nombre de Francine, en honor de los diseñadores., los hermanos Francini de Florencia.” (Extraído de “Fundamentos de la Psicología Fisiológica” de Neil R. Carlson)
La curiosidad del hombre por querer saber los motivos que hacen ocurrir algún hecho. En la antigüedad, se creía que los fenómenos naturales se debían a los espíritus animados. Así, se creía que todos los objetos en movimiento, animales, viento y las mareas; el Sol, la Luna y las estrellas tenían espíritus que los hacían moverse. Por ejemplo, cuando arrojaban piedras, éstas caían porque su espíritu animado deseaba reunirse con la Madre Tierra. A medida que la vida de los antepasados se tornaba más compleja y aprendían nuevas cosas sobre la naturaleza, fueron abandonando este enfoque, conocido comoanimismo. Pero siguieron utilizando los espíritus para explicar la conducta humana.
Desde los tiempos más antiguos, las personas creen tener un alma, lo cual surge del hecho de que cada quien está consciente de su propia existencia. Cuando alguien piensa o actúa, siente como si algo en su interior –la mente o el alma- pensara o decidiera actuar. Pero, tendríamos que preguntarnos: ¿cuál es la naturaleza de la mente humana? Existe un cuerpo físico, con músculos que lo mueven, y órganos sensoriales, como ojos y oídos, que perciben la información sobre el mundo que lo rodea. Dentro del cuerpo, el sistema nervioso desempeña un papel central, recibiendo información de los órganos sensoriales y controlando el movimiento de los músculos. Pero ¿qué papel desempeña la mente? ¿Controla el sistema nervioso? ¿o forma parte de dicho sistema? ¿Será física y tangible, como el resto del cuerpo, o es acaso un espíritu que siempre permanecerá oculto?
Este es el problema considerado como la cuestión mente-cuerpo. Los filósofos se han ocupado del tema durante muchos siglos y, en tiempos más recientes, los científicos han asumido esta tarea. Durante la solución se ha seguido dos enfoques totalmente antagónicos:
  1. Dualismo, que es la creencia en la naturaleza dual de la realidad. La mente y el cuerpo están separados; el primero se forma de materia ordinaria, pero la mente no.
  2. Monismo, que sostiene que todo en el universo consiste en materia y energía, y que la mente es un fenómeno producido por el funcionamiento del sistema nervioso.
La mera especulación sobre la naturaleza de la mente es inútilSi fuera posibleresponder la cuestión mente-cuerpo simplemente pensando en ella, los filósofos lohabrían hecho desde hace mucho tiempo. Esta afirmación deja sentada la posición de los piscofisiológos quienes asumen un enfoque empírico, práctico y monista para el estudio de la naturaleza humana. Creen que al comprender el funcionamiento del cuerpo humano, y en particular el sistema nervioso, se habrá resuelto el problema de la mente y el cuerpo. Será posible explicar la percepción, la memoria, el pensamiento y la conducta, Por supuesto, sólo el tiempo dirá si esta creencia se justifica.
En esa comprensión de la conciencia humana de sí mismo, por lo tanto también hay un enfoque fisiológico. Veamos, se sabe que los cambios en la estructura o química del cerebro alteran la conciencia; por lo tanto, es posible formular la hipótesis de que la conciencia es una función fisiológica, al igual que la conducta. Aun es posible llegar a especular sobre los orígenes de la conciencia de sí mismo. Ésta y la capacidad de comunicarse parecen ir de la mano. La especie humana, con su compleja estructura social y su enorme capacidad de aprendizaje, tiene la gran ventaja de poseer la capacidad de comunicarse: de expresar intenciones y de pedir cosas a los demás. La comunicación verbal permite la cooperación y establecer costumbres y las leyes de la conducta. Quizá sea la evolución de esta capacidad la que dio origen al fenómeno de la conciencia. Es decir, la capacidad de enviar y recibir mensajes con otras personas permite enviar y recibir los propios: en pocas palabras, pensar y estar concientes de la propia existencia. Con dos ejemplos concretos se puede sustentar lo anteriormente dicho: la visión ciega y los efectos de la operación de cerebro escindido.
La visión ciega es un fenómeno que se observa después de un daño parcial al sistema visual “mamífero” de un lado del cerebro. Si bien la persona está, en el sentido habitual de la palabra, ciega ante cualquier cosa que se presente en parte de su campo visual, es capaz, sin embargo, de alcanzar y señalar los objetos de cuya presencia no está conciente. En forma similar, cuando la información sensorial respecto de un objeto específico se presenta al hemisferio derecho de alguien a quien le fue practicada una operación de escisión cerebral, ésta no es consciente, no obstante, puede indicar con movimientos de la mano izquierda que percibió el objeto. Estos fenómenos sugieren que la conciencia puede ser, en gran parte, asunto de “hablar consigo mismo”. Por tanto, una vez que se comprendan las funciones del lenguaje del cerebro, se habrá recorrido un gran trecho en la comprensión de la conciencia del cerebro respecto de su propia existencia.
Ambos ejemplos concretos evidencian que el daño cerebral, al afectar funciones cerebrales conscientes o al desconcertarlas de los mecanismos del habla en el hemisferio izquierdo, pueden revelar la presencia de otras funciones, de las que la persona no es conciente.
René Descartes, el personaje de la introducción de este ensayo. Descartes supuso que el mundo era un entidad puramente mecánica que, una vez puesta en movimiento por Dios seguía su camino son intervención divina. Así, para comprender al mundo, sólo era preciso comprender su construcción. Para Descartes, los animales son instrumentos mecánicos; los estímulos del medio ambiente controlan su comportamiento En gran medida, su percepción del cuerpo humano era igual: una máquina. Como Descartes observó, algunos movimientos del cuerpo humano eran automáticos e involuntarios, de ejemplo tenemos los reflejos. Reacciones como retirar el brazo si es que la persona toca un objeto caliente, no requerían de la participación de la mente; ocurrían de manera automática. El sistema nervioso reflejaría la energía que surge de la fuente externa hacia los músculos, que se contraerían.
Descartes era un dualista, creía que todas las personas poseían una mente: un atributo exclusivo de los seres humanos que no estaba sujeto a las leyes del universo. Pero su pensamiento difería del de sus predecesores en un aspecto importante: fue el primero en sugerir la existencia de un enlace entre la mente humana y su casa física, el cerebro. Descartes creía que el alma controlaba el movimiento de los músculos por medio de su influencia en el cuerpo pineal. La explicación tenía como modelo el mecanismo que animaba las estatuas en los jardines, El líquido bajo presión en los ventrículos reemplazó el agua a presión de las estatuas móviles; los nervios sustituyeron los tubos; los músculos, los cilindros, y, por último, el cuerpo pineal, las válvulas ocultas. El modelo fue útil porque pudo probarse desde el punto de vista experimental. Tiempo después, los resultados del experimento de Galvani con ranas, a la larga llevaron a comprender la naturaleza del mensaje trasmitido por los nervios entre el cerebro, los órganos sensoriales y los músculos. La doctrina de Müller de las energías específicas preparó el camino para el estudio de las funciones de partes específicas del cerebro, por medio de los métodos de ablación experimental y estimulación eléctrica. La teoría de la evolución de Darwin, basado en el concepto de la selección natural, afirma que es preciso comprender las funciones desarrolladas por unos organismos o una parte del cuerpo, o por una conducta. Por medio de mutaciones aleatorias, los cambios en el material genético de una persona provocan la producción de distintas proteínas, lo que a su vez da como resultado la alteración de ciertas características físicas. Si los cambios confieren una ventaja selectiva al individuo, los nuevos genes se trasmitirán a más y más miembros de su especie, Aun pueden evolucionar las conductas por medio de la ventaja selectiva de alteraciones en la estructura del sistema nervioso. Esto ayuda a descubrir las relaciones entre mecanismos cerebrales, conductas y una adaptación del organismo a su entorno.
Es pues, la ciencia quien está dando mayores luces sobre este debate sobre la relación mente-cerebro, ya que adoptado una posición monista, es decir, la creencia de que el mundo consiste en materia y energía, y que las entidades no materiales, como el alma, no son parte del universo. El estudio de las funciones del sistema nervioso humano tiende a apoyar esta postura.
BIBLIOGRAFÍA
Carlson, Neil R. Fundamentos de la Psicología Fisiológica. 3era edición. Edit. PRENTICE-HALL HISPANOAMERICANA S.A. México, 1996.
Descartes, considerado "Padre de la Modernidad", definió con claridad el objetivo de los filósofos de este período histórico: la búsqueda de la certeza.
Mediante sus meditaciones y su método intentó dar respuesta al escepticismo reinante. Su estrategia no fue el rechazo o la negación de la duda sino su aceptación hasta las últimas consecuencias. Es decir, utilizó la duda como método y sometió todo conocimiento a duda con el fin de encontrar una verdad de la que ya no pudiese dudar ni el más escéptico. Así llegó a alcanzar una certeza primera: “Pienso, existo.” Y teniendo en ella una base inconmobible, reconstruyó el edificio filosófico. En primer lugar, alcanzó una segunda certeza: la existencia de Dios. En segundo lugar, reafirmó la confiabilidad del conocimiento científico, el cual tenía a Dios por garante.
A continuación se presenta un esquema del proceso de conocimiento tal como lo entiendía Descartes, acompañado de una breve descripción de los elementos que lo componen.
Duda metódica: en busca de una certeza, decidió rechazar como falsa toda afirmación de la que se pudiese dudar.
Duda del conocimiento sensible: los datos de los sentidos no son seguros, podemos dudar de ellos. De hecho, los sentidos nos engañan a menudo. Incluso no hay indicios ciertos para distinguir el sueño de la vigilia, por lo que todo lo que percibimos por los sentidos podría no ser real. En consecuencia, todos los datos de los sentidos, inclusive el propio cuerpo, quedan a un lado en esta búsqueda de la certeza.
Duda del conocimiento racional: como no se basan en los datos de los sentidos, las verdades de razón (lógicas y matemáticas) no son alcanzadas por la duda, la cual recae sobre el conocimiento sensible. Sin embargo Descartes señala que más de una vez nos equivocamos al realizar algún cálculo, y lleva la duda al extremo de afirmar que podríamos estar siendo engañados por un "genio maligo" o "dios engañador", astuto y poderoso. ¿Cómo podríamos defendernos de él? 
“Pienso, existo”: más allá de toda duda se encuentra nuestra propia existencia. Incluso aunque admitiese que soy engañado por un genio maligno, ello no invalidaría la certeza que tengo respecto de esta proposición mientras la estoy concibiendo en mi espíritu. Pues no se trata de un razonamiento o una deducción (como todo lo que piensa existe, si yo pienso, yo existo) sino de una evidencia que se impone, de un conocimiento intuitivo que se obtiene de modo inmediato y directo.
Criterio de verdad: Descartes analiza su primera certeza para descubrir las notas distintivas que le servirán de criterio para identificar otras afirmaciones verdaderas. La afirmación “Pienso, existo” se presenta  a la conciencia con "claridad" y "distinción". Por lo tanto, serán aceptadas como verdaderas aquellas ideas que sean claras (ciertamente presentes a la conciencia) ydistintas (no confundidas con otras ideas).
Existencia de Dios: a pesar de haber encontrado una certeza absoluta (“Pienso, existo”), y a partir de ella un criterio de verdad, de todos modos sigue en pie la duda que sobre todo otro conocimiento nos genera la Hipótesis del Genio Maligno. La demostración de la existencia de Dios despeja las dudas sobre el conocimiento racional, que tiene en Dios a su garante. Su existencia se demuestra como causa externa de la existencia en la conciencia de la idea de perfección, que no puede provenir del yo que duda y es imperfecto. Y siendo Dios perfecto no puede ser engañador ni puede habernos hecho para que nos confundamos sistemáticamente. Podemos equivocarnos porque no somos perfectos, pero no estamos hechos para el error.
Conocimiento racional seguro: con Dios como garantía, el conocimiento lógico y matemático recobra su seguridad y se desecha la Hipótesis del Genio Maligno.
Ideas innatas: son las ideas que no proceden ni de la experiencia ni de la imaginaición, son las únicas verdaderamente claras y distintas (la idea de Dios, por ejemplo).
Conocimiento sensible: se refiere a las ideas adventicias que, se supone, representan las cosas reales. Pero ¿cómo superar la duda respecto de este conocimiento? ¿No será sólo un sueño? ¿Cuál es su causa, su origen? Nosotros no, porque nos sentimos pasivos ante ellas. Dios tampoco, porque él no es engañador. Debemos concluir que la causa de nuestras ideas adventicias son las cosas esternas realmente existentes. De todos modos, sólo conocemos de ellas con claridad y distinción que son substancia extensa. 
Ideas facticias: son las ideas producidas por la propia conciencia mediante la imaginación (la idea de minotauro, por ejemplo).
Ideas adventicias: son las ideas que nos vienen del exterior, a través de los sentidos (la idea de azul, por ejemplo).
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jueves, 15 de enero de 2009

Elementos de Psicología Fisiológica

Elementos de Psicología Fisiológica
WilhemWundt

INTRODUCCION

Objeto de la Psicología Fisiológica
El título de este libro indica ya que intento combinar dos ciencias que, aunque ambas se ocupan casi de un sólo y mismo tema, del estudio particular de la vida humana, han recorrido no obstante, durante mucho tiempo, vías diferentes. La Fisiología (1) expende su luz sobre esos fenómenos biológicos que perciben nuestros sentidos externos. En la Psicología el hombre se ve, por así decirlo, por dentro, y busca explicarlo el encadenamiento de los hechos que le ofrece esta observación interior.
A pesar del aspecto tan diverso que parecen presentar por lo general de su contenido nuestra vida interna y nuestra vida externa, las dos tienen, sin embargo, numerosos puntos de contacto, porque la experiencia interna es continuamente influenciada por agentes exteriores, y nuestros estados internos ejercen frecuentemente una acción decisiva sobre los cambios del hecho externo. Es así como se forma un círculo de fenómenos biológicos accesible simultáneamente a la observación externa e interna; un dominio limítrofe que, mientras la fisiología y la psicología permanezcan separadas una de otra, será convenientemente asignado a una ciencia particular que les son intermediarias.
De este dominio limítrofe se abren espontáneamente horizontes que se extienden en las direcciones más variadas. Una ciencia que tiene por objetivo los puntos de contacto de la vida interna y la externa, estará obligada a compara tanto como le sea posible, con las nociones que habrá adquirido en esa materia, el conjunto de los datos proporcionados por las otras dos ciencias de las que ella es la intermediaria. Y todas sus exploraciones convergerán en esta cuestión: ¿ Cuál es el fundamento último de la mutua conexión de la existencia interna y externa? La fisiología y la psicología pueden, cada una por sí, evitar fácilmente esta pregunta. A la psicología fisiología le es imposible eludirla.
Por consiguiente, nosotros imponemos a nuestra ciencia una doble tarea. Ella debe, en primer lugar, escrutar esos fenómenos biológicos que, estando equidistantes de la experiencia interna y la externa, necesitan la aplicación simultánea de los dos métodos de observación, externa o interna; en segundo lugar, debe utilizar las perspectivas a las que la ha conducido la investigación de ese dominio, para aclarar el conjunto de los fenómenos biológicos, a fin de mejor develar y comprender en su totalidad al ser humano.
En un cierto aspecto, este estudio exige una delimitación aún más rigurosa. Al recorrer los caminos situados entre la vida interna y la externa, la psicología fisiológica sigue, primeramente, los que conducen de afuera hacia adentro. Comienza por los fenómenos fisiológicos y trata de mostrar su modo de influencia sobre el dominio de la observación interna; a continuación, su examen se extiende a las reacciones que el interior produce contra el exterior. Con todo, las miradas que ella dirige hacia las dos ciencias fundamentales entre las que se ha intercalado, están especialmente enfocadas desde el lado psicológico. Es lo que expresa el término de "psicología fisiológica". Este término designa al estudio psicológico como el objeto particular de nuestra ciencia, y agrega el punto de vista fisiológico sólo corno una determinación más precisa.
La razón de la relación, que nosotros establecemos entre estas dos ciencias es que todos estos problemas que se refieren a las correlaciones de la vida interna y externa, han sido casi hasta el presente un elemento constitutivo de la psicología; mientras que la fisiología había excluido resueltamente del circulo de sus estudios las cuestiones que podían reclamar la intervención particular de la especulación.
Sin embargo, los psicólogos contemporáneos han comenzado simultáneamente a familiarizarse más con la experiencia fisiológica, y los fisiólogos han sentido la necesidad de consultar a la psicología, en lo relativo a ciertas cuestiones limítrofes con las que se tropezaban. Como resultado de tales necesidades, ese acercamiento ha dado origen a la psicología fisiológica. Los problemas de esta ciencia, tan vecinos como sean de la fisiología y aunque se apoyen a menudo sobre su propio terreno, han pertenecido hasta el presente, en gran parte, al dominio de la psicología y el instrumento del cual se sirve para esclarecer esos problemas se ha pedido prestado, igualmente, a las dos ciencias, en tanto ciencias madres. La observación psicológica de uno mismo es ayudada paso a paso, por le empleo de los métodos de la fisiología experimental, y la aplicación de los procedimientos de esta a la observación interna ha dado nacimiento a una rama especial de la investigación experimental, a los métodos psicofísicos. Si se quiere conceder la principal importancia a la especificidad del método, nuestra ciencia, la psicología experimental, se distinguirá, pues, de la psicología ordinaria, la cual está puramente basada sobre la observación de sí mismo.
Dos fenómenos principales señalan netamente esos límites; o la observación externa es insuficiente sin la interna, o bien esta está obligada a recurrir a la primera. Estos fenómenos son: la sensación, hecho psicológico que depende directamente de ciertas condiciones fundamentalmente exteriores, y el movimiento de impulso interno, fenómeno fisiológico cuyas causas no son generalmente reveladas sino por la observación de sí mismo. En la sensación, vemos la separación de los dos dominios, por así decirlo, desde dentro, del lado psicológico; en el movimiento lo vemos desde afuera, del lado fisiológico.
La sensación se halla primeramente determinada, en intensidad y cualidad, por sus causas externas, en otros términos, por los excitantes fisiológicos de los sentidos. Pero, bajo la influencia de las condiciones preliminares dadas en la observación interna, ella sufre otras transformaciones de consideración. Gracias a esas condiciones, las sensaciones engendran las representaciones (vorstellungen) de las cosas exteriores; las representaciones se ordenan en series y en grupos, a fin de permanecer más o menos durante un tiempo a disposición de la conciencia, y los más diversos movimientos del alma se combinan con las representaciones y el curso que ellas siguen. Sin embargo, incluso en tales circunstancias, las influencias exteriores manifiestan continuamente su acción. La sucesión y la combinación de las representaciones están, en parte, determinadas por la sucesión y la combinación de las impresiones; la construcción que efectúan las representaciones simples para producir las representaciones compuestas está ligada a las propiedades fisiológicas de nuestros órganos sensoriales y motores. Finalmente, aun el curso interno de los pensamientos está acompañado por estados y fenómenos determinados en los órganos centrales del sistema nervioso. De esta manera, conductores nerviosos se extienden desde la periferia psicofísica hasta el centro de las profundidades de la vida del alma.
Por otro lado, los fenómenos internos se reflejan en movimientos externos. Estos vuelven a poner en su punto de partida el círculo de los procesos que se desarrollan por distintas partes entre el exterior y el interior. El vínculo psicológico intermediario se halla ausente en los más simples de tales movimientos, o al menos escapa a la observación de sí mismo; en ese caso, el movimiento aparece como un reflejo directo del excitante. Pero a medida que ciertos fenómenos psicológicos se manifiestan entre la impresión y el movimiento que ella pone en juego, éste último, tras haberse desarrollado en el espacio y realizado en el tiempo, se libera más de su dependencia respecto a la impresión. Y, en consecuencia, para explicar el movimiento, es necesario recurrir cada vez más a las condiciones que presenta la observación interna, hasta que finalmente esta observación por sí sola, nos da cuenta directamente del comienzo del fenómeno. Aquí arribamos al eslabón terminal de la serie. Si, para el movimiento reflejo, el medio psicológico se nos escapa, del mismo modo, en el segundo caso, el comienzo fisiológico se oculta; solamente el fenómeno interno y la reacción externa ejecutada contra él nos son accesibles.
Según su objeto, la psicología ocupa un lugar intermedio entre las ciencias naturales y las ciencias morales. Tiene afinidad con las primeras, puesto que los hechos internos comportan la aplicación de principios y de explicación que son idénticos, en tanto que el concepto de hecho lo exige ordinariamente. Por otra parte, constituye la teoría fundamental de las ciencias morales, porque toda manifestación del espíritu humano tiene su causa ultima en los fenómenos elementales de la experiencia interna. La historia, la jurisprudencia, la política, la filosofía del arte y de la religión se reducen, por consiguiente, a los principio de explicación psicológica. Pero la psicología fisiológica, que se ocupa especialmente de verificar las relaciones del hecho externo e interno, tiene lugar también en las ciencias naturales; y como consecuencia, ella es la mas intima intermediaria entre éstas y las ciencias morales.
Entre las ciencias naturales se distinguen comúnmente las descriptivas y las explicativas, o las diferentes ramas de la historia y de la ciencia de la naturaleza. Ambas dependen una de otra ya que la descripción solo adquiere valor científico en tanto reposa sobre principios explicativos; mientras que, por otra parte, la descripción y la clasificación de los fenómenos, basada en la descripción, preparan la vía a la explicación. Los intentos de clasificación son considerados ordinariamente como explicaciones. Es así como la mayoría de las operaciones de la psicología empírica pertenecen especialmente, e incluso a veces sin que se lo sepa, al dominio de la historia natural del alma. El análisis psicológico de los problemas históricos y etnográficos, que se ha elevado últimamente al rango de una verdadera ciencia, se conecta, en aun más larga extensión, con la historia natural del alma. Porque la psicología étnica estudia generalmente fenómenos complejos que reciben su inteligencia de la conciencia individual, puesto que es necesario subordinarlos a las leyes psicológicas descubiertas por aquella.
Por el contrario, las investigaciones de la psicología fisiológica provienen generalmente de la ciencia del alma. Todos sus esfuerzos tienen por objeto explicar los fenómenos psíquicos elementales, a los que ella se aplica partiendo primeramente de los fenómenos fisiológicos, que se hallan conexos a los primeros.
Así, nuestra ciencia no fija inmediatamente su punto de vista en medio del teatro de la observación interna, sino que intenta penetrar allí desde afuera. Es por lo que ella puede justamente recurrir al medio más eficaz de explicación de la naturaleza, el metodo experimental. Ahora bien, la esencia de la experimentación consiste en modificar a voluntad las condiciones de hecho y en imprimir a estas condiciones una alteración cuantitativamente determinable, ya que se trata de obtener el conocimiento de las relaciones constantes que existen entre las causas y los efectos. Sólo las condiciones físicas externas de los fenómenos internos pueden, al menos con alguna certeza, ser modificadas a voluntad; y, ante todo, solo ellas son accesibles a una determinación directa de medición.
Así, pues, evidentemente, solo puede ser cuestión de una aplicación del metodo experimental en el dominio limítrofe de la psicofísica. No habría razón, sin embargo, para querer impugnar, por este motivo, la posibilidad de una psicología experimental. Sin duda, es cierto que no existen mas experimentaciones que las simplemente psicofísicas, y que ninguna es puramente psicológica, sí es que damos esta última denominación a las experimentaciones que descuidan por completos las condiciones externas del hecho interno. Ahora bien, la modificación que e engendrada por la variación de una condición no depende simplemente de la naturaleza de la condición, sino asimismo de la naturaleza de lo condicionado. Por consiguiente, las modificaciones que tienen lugar en el hecho interno, cuando cambian las influencias externas, servirán precisamente para aclarar la naturaleza de ese hecho interno, en este sentido, toda experimentación psicofísica debe ser llamada, al mismo tiempo psicológica.
Ya Kant (2) había declarado que la psicología era incapaz de elevarse jamas al rango de una ciencia natural exacta. Las razones que dio al respecto han sido a menudo repetidas desde entonces, pero sin que se hayan añadido al respecto nuevos argumentos. Primeramente, según la opinión de Kant, la psicología no puede volverse ciencia exacta porque las matemáticas no son aplicables a los fenómenos del sentido interno; y esto es porque la intuición pura interna, el tiempo, de donde los fenómenos del alma deben extraer su forma, tiene solo una dimensión. En segundo lugar, no puede ser una ciencia experimental porque en psicología, lo accesible a la observación interna no es modificable a voluntad. Lo que es más, otro sujeto pensante no se deja en absoluto someter de buen grado a nuestras experiencias; e incluso la observación de sí mismo altera ya el estado del sujeto observado (3) .
La primera de estas objeciones es errónea; la segunda considera de un solo lado las cosas. Es inexacto que el hecho interno tenga solamente una dimensión, el tiempo (4) . Si así fuera, seguramente no podría describirse ese hecho bajo una forma matemática, porque una exposición de ese género exige siempre al menos dos variables que puedan ser subordinadas al concepto de magnitudes intensivas que se ordenan en series en el tiempo. El hecho interno tiene, pues, dos dimensiones, igualmente, lo que permite por lo general presentarlo bajo una forma matemática. Sin esto, la empresa de Herbart, de aplicar las matemáticas a la psicología, sería desde un principio apenas concebible. Empresa que, a pesar de los diversos juicios emitidos sobre todas las otras materias contenidas en la obra de dicho filosofo (5) , tiene incontestablemente el mérito de haber puesto claramente en evidencia que el dominio psicológico era susceptible de consideraciones matemáticas.
La segunda objeción de Kant, a saber, que la experiencia interna se sustrae a una investigación experimental, le ha sido sugerida por el curso puramente interno de las representaciones a las que ha recurrido. Y efectivamente, la validez de su crítica sobre este último punto no podría ser discutida. Nuestras representaciones son magnitudes indeterminadas que se vuelven accesibles a un análisis exacto cuando son transformadas en magnitudes determinadas o, en otros términos, cuando son medias. Pero antes es necesario poseer una regla para cada medición de magnitud: la magnitud indeterminada es transformada en una magnitud determinada cuando se la mide con otra magnitud determinada que guarda con ella una magnitud fija de relación. Estas relaciones invariables solamente existen entre las causas y sus efectos. Este último es la regla ordinaria seguida en física: se miden, por ejemplo, las causas generales del hecho externo, las fuerzas de la naturaleza, por medio de sus efectos, de los movimientos que ellas engendran.
En psicología, por el contrario, toda vez que es posible pensar en una medición, se esta obligado a menudo a determinar inversamente los efectos por medio de sus causas. El ejemplo más antiguo de esta medición psicológica de las magnitudes es, precisamente, el tiempo. Medimos el curso de nuestros estados internos por su causa externa, a saber, por el movimiento de os objetos naturales que produce una sucesión de representaciones. Porque utilizamos directamente los movimientos tomados como medida de tiempo, para determinar otros fenómenos exteriores según su curso en el tiempo, descubrimos fácilmente, en este caso, el origen completo de nuestras sensaciones por la energía de las impresiones exteriores en que las ocasionan. En algunas circunstancias obtendríamos tal vez una medida para los estados internos de acuerdo a sus efectos externos, los movimientos que ejecutamos. Sin embargo, la vía opuesta no ha sido aún seguida; dificultades particulares parecen obstaculizarla.
Mientras se aplique, por otra parte, uno u otro método de medición, siempre uno de los eslabones de la relación causal, ya sea la causa, la impresión de los sentidos, o bien el efecto, el movimiento de reacción, debe estar fuera de nosotros. Para los hechos puramente internos, tales como se presentan en el curso de las representaciones reproducidas, las causas, así como los efectos, están dentro de nosotros. En verdad, el funcionamiento conexo de nuestras representaciones hace presumir su encadenamiento etiológico, pero ese funcionamiento se oculta de tal manera a las intervenciones de la voluntad, que no estamos nunca en posición de descubrir con seguridad las condiciones de un acontecimiento, y aún menos de pensar en determinar algunas relaciones cuantitativas.
Habría, a lo sumo, una posibilidad de tratar estas cuestiones por las matemáticas. Sería hacer conjeturas hipotéticas, desarrollar sus conclusiones y comparar éstas, tanto como sea posible, con la experimentación. En efecto, esta vía ha sido seguida, al menos como auxiliar, en todas las ramas de la física matemática. Si, a pesar del carácter hipotético de las primeras suposiciones, la teoría matemática debe sin embargo tener el valor de una teoría con algún fundamento, dos condiciones son indispensables: 1) las hipótesis tomadas como puntos de partida serán al menos preparadas con anticipación por inducción, la cual conducirá a las suposiciones más verosímiles y las más simples; 2) el control definitivo por la experiencia no deberá faltar.
Si la primera de estas condiciones está ausente, una teoría matemática tendrá aun valor y servirá para relacionar los hechos. Si la segunda falta y existe la primera, la teoría es al menos utilizada como guía a fin de arribar al descubrimiento de los hechos sobre los cuales se tiene una presuposición fundada. Más cada una de estas condiciones no puede ser cumplida sino recurriendo previamente al método experimental. Por consiguiente, en todos los casos, si alguna teoría matemática del hecho interno fuera posible, sólo se la podría obtener dándole por base fundamental y única la psicología fisiológica.

Notas
(1) Los subrayados son del original (N. del T.)
(2) Como apartado en el original (N. del T.)
(3) Kant, I: Metaphysiche Angangrunde der Naturwissenschft, Obras Completas, edición de Rosenkranz, vol. 5, p. 310.
(4) He corregido aquí la versión original que decía: "Es inexacto que el hecho interno, el tiempo, tenga solamente una dimensión". (Nota del transcriptor, el subrayado es mío)
(5) Herbart: Psychologie als Wissenschaft neu gegrundet auf Ergahrung, Metaphysik und Mathematik, Obras completas publicadas por Hartenetein, vol. 5 y 6.

Fuente:
Wundt, Wilhelm: Elements de Psychologie Physiologique, Paris, Felix Alcan Editeur, 1886, trad. Elie Rouvier, basada en la versión corregida y aumentada de Grünzuge der Physiologischen Psychologie (1880).

Traducción al español de la versión francesa: Lic. Rosa Falcone y Lic. Roberto Bortnik.